En los recientes comicios, además del inobjetable triunfo del candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, en San Luis destacó la estrepitosa derrota del gobernador Juan Manuel Carreras López, que no pudo colar como senador a su contratista consentido, Luis Antonio Mahbub Mata, al que consideró su posible relevo, pero perdió las principales alcaldías y no tendrá el control del congreso local. También mordió el polvo el soberbio edil reeleccionista, Ricardo Gallardo Juárez, que casi se infarta por los resultados adversos, ya que fue batido dos a uno por el abanderado del PAN y Movimiento Ciudadano, Francisco Xavier Nava Palacios. El vendedor de pollos se ocultó durante las siguientes tres semanas. Envió a su biógrafo, confidente, confesor, consejero y ariete político, el violento herrero, Jesús Rafael Aguilar Fuentes, alias El Chiquilín, para alegar que fueron víctimas de un gran fraude electoral, ejecutado por Carreras, diseñado por el maximato local, Horacio Sánchez Unzueta, tío de Nava e impulsor del contendiente de Morena, PT y Encuentro Social, Leonel Serrato Sánchez, al que antes le entregó la notaría 32.
Ubicado en el tercer lugar a nivel nacional antes y después de las elecciones, el ex dirigente estatal del PRI, José Ángel Castillo Torres, denunció que el partido de Carreras estaba herido de muerte. Lo culpó de la inminente derrota por su conducta omisa e imponer candidatos de bajísimo perfil y nula trayectoria. Como pasó en la capital, donde compitió la ex directora del DIF estatal, Cecilia González Gordoa, que ni siquiera pudo llenar en su cierre de campaña, la mitad de las instalaciones del palenque de la Feria Nacional Potosina. En Soledad, para cumplir un requisito administrativo, puso a competir a la ex directora de gobernación, Margarita Hernández Fiscal, que pasó desapercibida. En Rioverde dejó en el limbo al candidato Arnulfo Urbiola, víctima de un mega fraude cometido por el munícipe reeleccionista del PAN, José Ramón Torres García. Lo mismo pasó en Ciudad Fernández, donde fue doblegado con chicanas el edil que buscó repetir en el cargo, Guillermo Mendieta, quien acusó a Gallardo, de acosarlo con grupos armados, que intimidaron a los votantes e incidieron para alterar los resultados en las casillas y se colara el improvisado perredista del Refugio, el panadero José Alfredo Pérez Ortiz.
Carreras fue censurado de impulsar para el senado al constructor Luis Mahbub, que no conocía más allá de las paredes del exclusivo club Libanés. Jamás participó en alguna contienda política. No era conocido en las filas del PRI. Fue un personaje extraño a la ciudadanía. Se le vaticinó una derrota absoluta. El doctor en derecho pudo lograr mejores resultados con el ex comisionado de la policía federal, Enrique Galindo Ceballos, que hizo una campaña en las sombras por toda la entidad, donde despertó amplias simpatías. Antes de entrar a la dirigencia estatal del PRI, con un gran séquito, lo frenaron en seco. Por la falta de oficio de Carreras, sacrificó dos cuadros de manera simultánea. Galindo se vinculó después a la campaña del candidato a la alcaldía por Morena, Leonel Serrato, como asesor en seguridad. También sumó a su ex vocero, Eduardo Marceleño Alonso.
Carreras no tuvo las agallas para frenar al ex dirigente estatal de la CNC, Óscar Bautista, implicado en la llamada ecuación corrupta, donde varios diputados locales se dedicaron a sobornar a ediles a cambio de aprobarles las cuentas públicas. Tampoco pudo contener el apocalipsis que generó la derrota del PRI en la zona media. Bautista se enemistó con Urbiola y Mendieta, pero se alió al candidato a edil de Cárdenas, postulado por el Verde y Nueva Alianza, Jorge Omar Muñoz Martínez, El Melones. Se alió al candidato a diputado federal por el Verde, Cándido Ochoa Rojas. Fue denunciado de intercambiar votos con el candidato del PAN-PRD y MC a la alcaldía de Rioverde, Ramón Torres y la abanderada panista a diputada local, Vianey Montes Colunga, con lo que provocó la derrota de su opositora del PRI, Fabiola Guerrero.
Para contener a Gallardo Juárez en la capital, meses antes de los comicios, Carreras designó al diputado local, José Luis Romero Calzada, dirigente metropolitano del PRI y candidato a diputado federal por el segundo distrito, donde se confrontó con el ex alcalde de Soledad, Ricardo Gallardo Cardona, que lo superó con 10 mil votos. Antes de apuntarse, el industrial le preguntó al doctor en derecho qué posibilidades tenían de ganar. Le contestó que ninguna. Era una encomienda suicida, por lo que era urgente meditar si le interesaba competir. Pero muy pronto lo dejó colgado de la brocha. En diversas ocasiones que Romero despotricó contra los Gallardo, sus correligionarios le hicieron hueco en el congreso. Luego encabezó una marcha contra los excesos y corruptelas del alcalde que culminó en la unidad administrativa donde el belicoso industrial reclamó la falta de apoyo de sus compañeros diputados a los que tildó de cobardes. En plena campaña, cuando un grupo armado trató de levantarlo, Romero acusó de traidor a su jefe, que lo aventó al desamparo.
No aclaró si por las evidencias de que Carreras tenía un pacto transexenal con Gallardo Juárez, que le ayudó a ganar la gubernatura mediante un mega fraude cometido a la candidata panista, Sonia Mendoza, que ahora regresa como diputada local plurinominal en busca de venganza. Al menos intuyó que las simpatías y conveniencias de Carreras estaban con el candidato a la alcaldía de la capital por el PAN y Movimiento Ciudadano, Nava Palacios, al que impulsó el jefe político de la entidad, Horacio Sánchez Unzueta, que junto con su alumno, el ex gobernador Fernando Silva Nieto, formaron antes a Carreras como secretario de desarrollo, titular de programación y presupuesto y diputado federal, donde entabló amistad con el que resultó después presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa, que lo empleó como encargado del Fideicomiso para el Ahorro de Energía y director de la Comisión Reguladora de la Tenencia de la Tierra. Carreras se había ganado los cargos desde que se enfundó en una camiseta con el logo del PAN, en un mitin de Calderón en la Plaza del Carmen.
Experto en coyunturas electorales, sabedor de la derrota de los candidatos del PRI y PAN, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, el maximato capitalizó la ola nacional que empujó López Obrador para colocar como abanderado a la alcaldía de la capital por Morena a su alfil, el notario 32, Leonel Serrato, que le arrebató 50 mil votos a Gallardo. Para completar la estrategia, coló a través de las siglas del PAN a su sobrino Xavier Nava, que se convirtió en un prematuro candidato de estado. Lo exaltaron cuando consiguió los fondos e inauguró con Carreras el dren del rio Santiago. En su segundo informe de actividades como diputado federal del PRD, que consiguió con el auspicio de Gallardo, Nava logró llenar la Cineteca Alameda a donde acudió Carreras con decenas de seguidores. Encabezó diversos actos académicos en el Colegio de San Luis, que controla su primo, Tomás Xavier Calvillo Unna. No obstante el respaldo del PAN que conserva el llamado voto duro, necesitó del halo determinante de Carreras para llevar a cabo varias reuniones masivas con empresarios, mujeres, comerciantes y encabezar marchas donde juntó a más de 3 mil simpatizantes. A pesar del apocalipsis que enterró a Gallardo Juárez, alcanzó a subsistir el hijo, Ricardo Gallardo Cardona. Aunque López Obrador adelantó que podría extinguir al par de “mafiosillos”, en caso de sobrevivir en lo político los próximos tres años, ya se dibuja el mismo escenario por la gubernatura. Nava contra Gallardo Cardona, quizás con iguales resultados. Sería el final de un cacicazgo que no se consolidó.
Aunque Carreras carga antecedentes de panista, no puede alardear el triunfo de Nava, ya que obtuvo la gubernatura por las siglas del PRI, por lo que sus saldos son negativos. Al romper su alianza de sangre con Gallardo, se refugió precipitado en las filas violentas de Antorcha Campesina, que dirige el ambicioso Lenin Nelson Campos Córdoba, el verdadero ganador en el nido de la tragedia. Además de diputado federal plurinominal, consiguió 7 de las 17 alcaldías que mantiene el PRI, donde sobresale Mexquitic, Armadillo y Villa Hidalgo. También ganó la curul local en la figura de Laura Patricia Silva Celis, dirigente del organismo en la zona centro. Para cubrir su retiro, Carreras, sin cuadros nuevos, huérfano, derrotado, buscará salvar la estafeta en su alianza con los salvajes huestes mercenarias de Campos, que le ayudará también a darle la estocada final a los Gallardo, que alardean traer de nuevo en la “buchaca” 250 mil votos, con los que debieron mantener la alcaldía. Pero no ganaron ninguna curul local de mayoría y se anotan triunfos donde se aliaron con el PAN y Movimiento Ciudadano, como la presidencia municipal de Rioverde, con el vilipendiado Ramón Torres.
Antes omiso irredento, ahora Carreras tendrá que preocuparse por su futuro político inmediato, ya que no goza de las simpatías de López Obrador. No logró mayoría en el congreso local, donde tendrá un fuerte contrapeso extra con los legisladores Sonia Mendoza, el dueño de la franquicia en San Luis de Movimiento Ciudadano, Eugenio Govea Arcos y su ex jefe, el ex secretario de gobierno, Cándido Ochoa Rojas, que solicitó la salida del doctor en derecho, por los corruptos manejos de las pensiones de maestros de telesecundaria. Además, como señaló el “ideólogo” local del PRI, Ángel Castillo, por sus constantes yerros, Carreras adelantó el juego sucesorio en San Luis de manera prematura, lo que acelera su desgaste, se pone en segundo plano de las reyertas, los subordinados se harán autónomos y será rehén de los enemigos en pugna, lo que le habrá de dificultar el mínimo acuerdo o plan de gobierno. En el horizonte cercano aparece ominoso el magistrado del tribunal administrativo, Juan Ramiro Robledo, que buscará por última vez la gubernatura, ansioso de la revancha contra el maximato Sánchez Unzueta, que lo obligó a renunciar al PRI de manera vergonzosa y competir por el PRD frente al panista Marcelo de los Santos, que lo sepultó incólume. En su azarosa travesía, Robledo trabó amistad con López Obrador, que le podría ayudar a vindicarse. El historiador y ex candidato a la alcaldía de la capital, Joaquín Muñoz, denunció que Sánchez busca el control de Morena a través del feroz tribuno Leonel Serrato. La lucha se antoja de nuevo fratricida. Carreras será un simple espectador más.
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Hace casi tres años antes, la casa de campaña de Ricardo Gallardo Juárez fue una romería, llena de gritos y festejos. Ahora parecía menos que un funeral. Los primeros indicios de la debacle los adelantó el dirigente del PRD, Ignacio Morquecho, que dio un albazo sin ningún sustento al asegurar que habían ganado. Lo contradijo el consejero del alcalde reeleccionista, Jesús Rafael Aguilar, que compungido, se quejó de que los habían doblegado con fraude. Otro elemento en contra fue que la gran gama de portales electrónicos bajo la férula del comerciante pollero, como La Orquesta, Close Up, Código San Luis y CN13 Noticias, entre muchos, no publicaron una línea sobre la derrota de su jefe. El ejemplo más notable fue que el propio Gallardo, al igual que en los debates, optó por esconderse ante la bola de nieve que se le vino encima. Las primeras actas computadas en distintos sectores de la capital, arrojaron que Nava se impuso con 153 mil 892 votos contra 89 mil 894 sufragios. La diferencia fue de 89 mil 894 puntos.
Después de su estrepitosa caída, Gallardo Juárez se hizo ojo de hormiga, lo que denotó es un pésimo perdedor. No honró la lucha de caballeros. El ex contendiente de Morena, Leonel Serrato, le llamó rápido al ganador Xavier Nava para reconocer que no lo favorecieron los números y le condicionó el apoyo de sus regidores según el grado de compromiso que asuma con los potosinos, de castigar a su antecesor, aterrizar las propuestas torales y transparentar su ejercicio de gobierno. Le reclamó a Gallardo no asistir a los debates. “La gente le cobró la factura. Ojalá aprenda a ser menos majadero. Teníamos el diagnóstico de que la ciudad estaba sumida en la violencia y pobreza, pero no con tanta vileza”. Expuso que los potosinos buscaron un mejor futuro por lo que superó los 50 mil votos, cuando el anterior candidato, Joaquín Muñoz, apenas logró cerca de 5 mil sufragios. Le recordó a Nava investigar los desvíos de su antecesor desde que asuma el cargo. Fue un compromiso de campaña. Reiteró estar feliz por “echar fuera a un grupo mafioso que pisará la cárcel cuando la Procuraduría General de la República les abra carpetas de investigaciones”.
Herido de muerte, con la soberbia hecha añicos, sobre la ausencia de Gallardo Juárez se dieron diversas explicaciones. Una, que por el susto del tremendo revés electoral, casi se infartó, por lo que fue internado en una clínica privada. Otra, que la PGR le aplicó una sopa de su propio chocolate, al inmovilizarlo con un fajo de expedientes criminales el mero día de las elecciones con lo que sus alfiles del fraude quedaron en el desconcierto. Una tercera hipótesis es que ante su incapacidad argumentativa, mandó a declarar a su vocero, Rafael Aguilar, quien alegó fraude de estado, tejido por el otrora aliado de Gallardo, el gobernador Juan Manuel Carreras y el maximato Horacio Sánchez Unzueta, patrocinador de Nava y Serrato, coludidos con la ultraderecha panista, donde figura el ex gobernador Marcelo de los Santos. El ex alcalde de la capital, Alejandro Zapata. El senador, Octavio Pedroza y otros más que aportaron cantidades millonarias para borrar del mapa político a su enemigo incómodo.
Aguilar expuso que estaban ofendidos por la alianza de víboras entre Carreras y Nava, ya que hubo patrullas estatales y policías municipales corridos por corruptos, que protegieron el acarreo y oferta de votos en mil 200, mil 500 y 2 mil pesos a los representantes generales. “Compraron las elecciones. Se vulneró la legalidad. Había que frenar a Gallardo al costo que fuera. La estructura del PRI no la usaron para ayudar a su candidata Cecilia González, que le darán un cargo en el gabinete ilegítimo. Fue un atentado a la democracia. Empezaron con una estrategia de miedo escandalosa, armada con dinero y asesores. Xavier Nava dijo que hubo metralletas, balazos, amenazas. Trajo a Televisa, tensó las votaciones. Después pactó, corrompió a seguidores de Gallardo, integrantes de algunas estructuras no preponderantes. Empresarios importantes como Juan Manuel Leos, Marcelo de los Santos y Sánchez Unzueta juntaron una bolsa para comprar los comicios. Desconocemos a Nava como presidente municipal. Lo vamos a seguir los próximos tres años en la mesa del cabildo, día y noche. El PRD se va a recuperar. Tiene espacios importantes en la entidad. La gente se inclinó por el coletazo de Morena. Su candidato, el bribón de Leonel Serrato, se dedicó a difamar. Supo que no iba a ganar. Nava es hijo ilegítimo del fraude, de las estrategias del miedo, de alianzas inconfesas entre Carreras y grupos conservadores”.
“El PRD optó por no confrontarse con unos hijos de la chingada. Gallardo Juárez llegó a sacudir al ayuntamiento. A desconocer a Canal 7 y Pulso, regularizar a los urbanizadores. Nava le prometió a 800 flojos adheridos al sindicato de Guadalupe Valencia, que tiene 30 años en el cargo, regresarlos para engrosar la nómina. Pactó con el líder de los comerciantes de la Calzada Guadalupe, José Luis Menchaca, El Gory, el Pueblo Libre de Pedro Torres y los antorchistas que anduvieron desatados en las colonias. Le diremos ilegítimo en cada sesión de cabildo. Por su perfil fresa, nunca vivió en San Luis. Es un producto empresarial de su padre Luis Nava. Ojalá los 9 diputados de Morena, que ignoran cómo ganaron, acoten el gobierno corrupto de Carreras y sometan a las fuerzas económicas que tratarán de apoderarse del palacio municipal. Fue gandalla el proceso para quedarse con la alcaldía. Los regidores navistas de izquierda propusimos lo que Gallardo buscó, cobrar el cambio de uso de suelo a los urbanizadores. Despedir al 30% de los trabajadores que buscan el ayuntamiento por los altos sueldos. Reducir las corruptelas de la policía. Evitar las privatizaciones. Recuperar el Instituto Municipal de Planeación. Xavier Nava no hará nada, más que pagar los favores a Carreras, constructores y panistas que le ayudaron a conseguir el cargo. Le invirtieron dinero en la compra de votos”.
“Yo inventé el concepto del gallardismo, un movimiento popular con fuerza que no va a fenecer. Seguirá adelante con dignidad. Que se cuide Nava, no lo queremos, no tiene legitimidad. ¿Ahora que no estará Gallardo, le echarán la culpa de la inseguridad?. Deben enfrentar los problemas como son”. El puntilloso ex diputado local del PRD y notario uno, Eduardo Martínez Benavente, denunció que Gallardo no aparecía en público porque, coludido con lavadores de números sucios de la Auditoria Superior del Estado, afanoso, lleno de terror, se dedicó a cuadrar las sumas de sus desfalcos millonarios para entregarle a Nava «cuentas claras». Y en efecto, de manera inopinada, se informó que el edil había cubierto a la secretaría de hacienda 62 millones de pesos destinados a la compra de medicamentos a la fantasmal proveedora Sandra Sánchez Ruiz ante la amenaza de que el expediente fuera turnado a instancias judiciales.
El fedatario adelantó que Gallardo se habrá de replegar a Soledad, donde tiene de marioneta al edil reelecto, Gilberto Hernández Villafuerte, al que le endosarán un centenar de aviadores y el patrocinio de decenas de portales electrónicos con los que habrá de fastidiar a Nava todos los días. Pero el pelele, muerto el rey, se puede rebelar al año y romper el yugo de su asfixiante verdugo. Salvo que antes, los emisarios del ahora presidente, Andrés Manuel López Obrador, documenten las chicanas con las que se impuso Hernández en detrimento de su adversario de Morena, Juan Carlos Velázquez, que carga con un costal de pruebas con las que lo timaron. El afectado indicó que por el fraude electoral cometido, en octubre se formará un consejo municipal integrado por varios partidos que habrán de convocar a comicios extraordinarios en diciembre. Hernández filtró que el ayuntamiento de Soledad no será nido de los náufragos que salgan de la capital. Varios portales como One Click y Close up, que dirige el ex agente policiaco, Fernando Díaz de León Cardona, al que Gallardo colmó de contratos millonarios de publicidad, anunciaron el cierre temporal de sus ediciones, durante tres meses, ya que se cambiarán de oficinas. Denotan que ya no tendrán los mismos privilegios con Nava.
Después de la derrota de Ricardo Gallardo Juárez, se presume que el presunto pacto transexenal que tenía con Carreras quedó extinto. Los vientos soplan hacia otras praderas. Enterrado Mahbub, ahora la alianza natural se enfila con Xavier Nava, que sirvió de dique para que Morena no se quedara con la alcaldía. Pero el maximato Sánchez Unzueta y Carreras no acabaron con la hiedra. Le dejaron vivas algunas cabezas. Se pudo colar el candidato a diputado federal por el segundo distrito, Ricardo Gallardo Cardona, que en tres años, le disputará a Nava la gubernatura, donde se repetirá la historia reciente en la que el padre fue aniquilado. López Obrador reclamará la gubernatura para alguno de sus fieles adeptos, donde ya se ubica optimista el notario Leonel Serrato, al que se menciona como próximo dirigente del partido, para relevar a Sergio Serrano. También puede competir el senador Primo Dothé. Si resurge el otrora Grupo Universidad, que capitanea el ex senador Juan Ramiro Robledo, vendrá el segundo choque fratricida con Sánchez Unzueta. En caso de perder, estarán contados sus días como jefe político de la entidad.
El tropiezo mayúsculo de Gallardo Juárez se explicó de varias formas. La ciudadanía abandonó el miedo y salió a votar, lo que no ocurrió antes en Soledad. Sus mecenas Sánchez Unzueta, Carreras y el ex mandatario de bajísimo perfil, Fernando Toranzo, lo abandonaron. Incluso algunas de las candidatas del cirujano como Marta Orta y Delia Guerrero mordieron el polvo. El edil se confrontó con medios nacionales y locales, lo que erosionó su figura de manera acelerada. Sus excesos y latrocinios alcanzaron rango internacional. Los más de mil trabajadores del ayuntamiento que corrió de manera ilegal y arbitraria, se convirtieron, junto con amigos y familiares, en promotores del voto de Xavier Nava. Gallardo se llevó un revés en las zonas de alta plusvalía, donde aseguró que la gente no vota. Eran largas las filas que estaban urgidas de vetarlo. También se llevó un palmo de narices de empresarios, industriales y comerciantes, víctimas de sobornos y atropellos. Sus programas clientelares de becas, tortillas y garrafones de agua gratis tampoco le redituaron lo que esperaba. Culpó de la debacle al director de desarrollo social y candidato a diputado local por el quinto distrito de Soledad, Juan Manuel Navarro. Gallardo Cardona dio una respuesta baladí: no enseñaron a sus seguidores a sufragar. También influyó el coletazo de López Obrador. Los Gallardo no lograron ninguna curul local de mayoría.
Algunos minutos después de las votaciones, en las instalaciones del PAN estatal, Nava destacó que los números lo favorecían de manera irreversible. Se notaba el ánimo optimista de los asistentes a la conferencia de prensa, comparado con los que todavía buscaron engañar a los potosinos. “Nos vamos a dedicar a construir. El triunfo fue un trabajo de equipo de las candidatas a diputadas locales, Natalia Castillo, Ángeles Rodríguez, Ricardo Villarreal, Octavio Arredondo, Josefina Vázquez y la gente que defendió el voto en las más de mil casillas. Tenemos una ventaja arriba del 10%. Defenderemos los espacios ganados. Se vivió una jornada difícil, pero salimos adelante. San Luis va a cambiar. La gente ya dijo que quiere en la capital. No serán gobernador por los que no respetan la legalidad. Se sumaron todos los partidos para recuperar la capital que vivió una circunstancia compleja. Dimos la pelea en todos los barrios, colonias, delegaciones y zona rural como no se hacía en mucho tiempo. En sitios complicados, sacamos resultados extraordinarios. El candidato por el séptimo distrito local, José Antonio Meraz, en algunas casillas ganó 10 a uno. La sociedad externó lo que busca. El arroz ya se coció”.