JoaquÃn Muñoz
No veo que se llevara a cabo una “masificación†del fraude electoral, porque el PRI y el PAN -en su inmensa soberbia protagónica- no creyeron necesitarlo, pese que en algunos lugares, puntuales, hayan usado sus viejas estrategias de “embarazar†las urnas, rescatar el carrusel, engrosar el padrón electoral, comprar el voto. Los fraudes cibernéticos hay que descartarlos, porque el talento local no alcanza para hacerlos.
Si partimos de la base de que son los mismos intereses bastardos los que defienden tanto unos como otros -con agregados especÃficos de cada quien, que engrose su carpeta corruptiva-, los planteamientos polÃticos son los mismos. La idea ha sido hacerle creer a la gente que existÃa un enfrentamiento electoral entre una derecha pseudo moderada y un centro pseudo progresista, envuelto en papel de regalo con el nombre “AMLOâ€, que rodó como sombra de apoyo a través de Morena.
El problema surge cuando todos los “Maquiavelos región IV†se alborotan y empiezan a producir en términos polÃticos. Aceptan sus propias mentiras, generan un vacÃo argumentativo y de acción polÃtica llenado por el Verde Ecologista, que ha sabido negociar por abajo de la mesa con Marcelo Ebrard, aspirante a la presidencia de la república. Fue por lo que ubicaron como dirigente de Morena a Mario Delgado, operador de un juego de doble vÃa, en consciencia que la priista puesta a morenista, Mónica Rangel, no iba nunca a ganar y menos con el nulo apoyo de la corrupta directiva del partido a nivel local.
Confiados PRI y PAN, de acuerdo entre sÃ, porque son lo mismo, repito, se confiaron que ganarÃa el uno o el otro a través de sus respectivas coaliciones y se echaron a dividir el botÃn. No contaban que los iba a rebasar por el centro el Verde, que recibió todo el apoyo del comité nacional de Morena, véanse en manos de quienes cayeron tantas alcaldÃas, por ejemplo.
Más que fraude, tengo claro que los resultados son el efecto de la desesperación de unos grupos oligárquicos, faltos de talento para defender sus propios intereses económicos a través de su herramienta favorita: el poder, por más raquÃtico que fuera. Y por supuesto, entra a la pasarela, la horda de partidos pequeños que ponen a sus candidatos de ficción, a capturar votos de indecisos y atomicen la voluntad electoral. El resultado es una pésima jornada, que mostró la absoluta ineficacia de los actores directos, como el Consejo Estatal Electoral, reflejo de una soberbia y auto complacencia grotesca. Al menos yo, en lo que llevo de vida, que son muchos años, no habÃa visto un espectáculo tan esperpéntico, cargado de payasos sin talento, incapaces de hacernos esbozar ni una leve sonrisa.