En su papel de pseudo alcalde de la capital, Ricardo Gallardo Cardona anunció que busca rehabilitar las calles del histórico barrio de San Miguelito. Como los parroquianos ya conocen su estilo gansteril de hacer obras, le exigieron no desaparezca los adoquines, como pasó en Tlaxcala. Las piedras luego las usó en uno de los ranchos que tiene por el rumbo del aeropuerto. Las utilizó para arreglar el acceso a una de las incontables propiedades que logró con sus latrocinios impunes.

En el acto protocolario, el mega alcalde de la entidad usó de ariete político al diputado local y dirigente del Verde Ecologista, Eloy Franklin, para denotar al edil Enrique Galindo y al organismo operador de agua potable, Interapas, al que llamó nido de corruptos e ineficientes. Incapaces de garantizar el servicio básico a la ciudadanía. Desde el inicio de sus gestiones, Gallardo taladra la imagen del munícipe, al que tratará de enterrar para que no se reelija. Pero subestima su propio desprestigio que crece en términos exponenciales. Se ha convertido en su propio enemigo. Como parte de la escenografía del engaño, lo acompañó el ex edil de Soledad, Gilberto Hernández Villafuerte, al que pretende imponer como primer alcalde de Pozos, al que manejará como un auténtico patiño. A un lado, el incondicional secretario de gobierno, José Guadalupe Torres Sánchez, alias Brad Pit o Uñas Largas, al que perfila como su relevo en la gubernatura, por su perfil sumiso.

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