Censuran la incompetencia de Juan Paulo Almazán Cué
5 abril, 20175:24 amAutor: Oralia Guzmán MendozaCapital Noticias
El litigante VĂctor Manuel Gallardo MacĂas se plantĂł a la entrada de la ciudad judicial para exigirle al presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Juan Paulo Almazán CuĂ©, agilizar los expedientes que se manejan para garantizar un servicio rápido y eficiente. El nuevo titular fue antes juez de lo familiar, pero desconoce el servicio pĂşblico. DestacĂł que los funcionarios razonan con el estĂłmago, no con la cabeza. «Somos libres, el vĂnculo con el gobierno y demás instancias. No nos hacen algĂşn favor al atendernos. AceptĂł recibirme por ser el lĂder de los abogados, pero no le interesaba hablar con otros. Y que el gobernador Juan Manuel Carreras lo instruyĂł ejercer cero tolerancia a las corruptelas, cuando es producto de las mismas, ya que no lo eligiĂł el pleno del consejo o los magistrados. LlegĂł por voluntad del ejecutivo o del secretario Alejandro Leal TobĂas».
No descartĂł la injerencia del diputado federal Cándido Ochoa Rojas para que le den prioridad a los asuntos que trata su despacho, como el de los influyentes JosĂ© Mario de la Garza, Jaime Suárez Altamirano y Gustavo Barrera, que han metido a sus recomendados al poder judicial. EnfatizĂł que los magistrados ascienden sin tener carrera, lo que lesiona a las instituciones que han tomado como un botĂn o coto de poder. «Los actuarios venden la fe pĂşblica. Afirman que fueron con el demandado, al que requieren por la falta de pago. Le piden que señale los bienes y se niega. La vĂctima se convierte en accionante. Tiene que hacer un juicio, le dan 9 dĂas para contestar la demanda o lo ubican como rebelde. La gente ni cuenta nota las chapuzas de los abogados».
Gallardo resaltĂł que la Ă©lite econĂłmica no impone a los jueces más capaces, prefieren los obedientes. Al llegar un magistrado sin experiencia, atentan contra la ciudadanĂa que exigen justicia, que no aparece por ningĂşn lado. «La suple una mujer voluptuosa, de anchas caderas, pechos exhuberantes, pero con un rostro asqueroso. Es la injusticia, amiga de los funcionarios. Mucha gente dice que tiene 30 Ăł 40 años con un asunto que empezaron sus abuelos y no lo han terminado. No hay voluntad de cambio. La central de actuarios surgiĂł a instancia nuestra. Era una terminal de autobuses. El actuario apenas llegaba y ya lo esperaban. Pero los magistrados y consejeros metieron a su gente. La dirigente mayoritaria de los burĂłcratas, Benardina Lara Arguelles incrustĂł a su sobrina Gisela Hernández Lara como recepcionista. Estaba un dĂa y cuatro no. Pero cobraba completo. TenĂa otro cargo en el Teatro de la Paz en el mismo horario. Ahora que cerraron la central de actuarios, Lara reclama que hayan despedido a sus agremiados, que no pueden estar sindicalizados, ya que se rompe el esquema institucional. No deben estar por encima de los objetivos máximos que son dar justicia. Viajamos a Guanajuato, Zacatecas, Durango y Chihuahua donde funciona perfecta. En noviembre estuve con el presidente del tribunal, el director de la central de actuarios y una magistrada. Duramos 4 horas encerrados, fueron muy atentos. Les preguntĂ© cĂłmo solucionaron el problema. Lo hicieron sencillo, con personal de confianza. El actuario que cometa un acto deshonesto se va a la cárcel o la calle. Los actuarios ganan la mitad respecto a San Luis y trabajan el doble, en la mañana y tarde. Antes venĂan a estudiar leyes con nosotros porque tenĂan cupos limitados. Ya nos rebasaron. En los juicios orales van muy rápido, el tribunal funciona con la mitad del presupuesto de lo que se gasta aquĂ. Reciben 300 millones, en San Luis se quejaban por tener solo 600 millones para la nomina».
«No podemos permitir que se repita la inoperancia que se viviĂł con Fernando Toranzo. Vienen tiempos negros, muy malos y si los litigantes que somos libres no nos organizamos, estaremos en medio del conflicto. Muchos compañeros no se capacitan. Tampoco los jueces, policĂas, ministerios pĂşblicos, que sĂłlo actĂşan a su real entender. El nuevo esquema de justicia es muy delicado para tomarlo a la ligera. Se nota la falta de voluntad. Si la cabeza no coordina, el cuerpo se desmaya, se hace un desbarajuste. Las acciones preventivas de seguridad le corresponden al ayuntamiento y policĂa estatal, a la que usan para reprimir al pueblo. En la procuradurĂa en lugar de investigar, detienen para torturar. Por Ăłrdenes del ex secretario de gobierno, Jorge Daniel Hernández Delgadillo, me atropellaron y dejaron en silla de ruedas dos años. Se regresĂł a la Ă©poca del cacique Gonzalo Santos, que pregonaba la ley de los tres hierros: encierro, destierro o entierro. Entonces me configuraron ocho Ăłrdenes de arresto ficticias. Un compañero fue testigo de la amenza. ComĂamos en La Parroquia, entonces me dicen que me busca el funcionario, que estaba en el estacionamiento. Me acerco y saca dos fajos de billetes, al parecer de 50 mil pesos cada uno. Me dijo que los mandaba el gobernador Fernando Silva, para que me fuera a pasear. Estaba vigente el fraude a la UniĂłn de CrĂ©dito Regional. Luego, un domingo en el mercado de las vĂas fui a repartir un ejemplar del Coyote y me embisten. Me querĂan dejar sin piernas, pero me dejĂ© caer al lado contrario de la camioneta. Tengo la certeza de que los culpables eran elementos de la policĂa estatal vestidos de civiles. Llegaron unos tipejos en bicicleta, eran agentes y le dicen a los tripulantes que se vayan porque yo tuve la culpa».
«Me fui porque tenĂa orden de arresto y si caigo a la cárcel me matan. Me habĂan acusado de motĂn porque escupĂ a un periodista. No fue accidental, me pegaba con la cámara en la cara. Tal vez era oreja de gobierno. Me provocaba. Estaba en su apogeo el conflicto de los camioneros. DecĂan que Silva era el dueño de los camiones verdes. Yo tenia como clientes a las otras 5 lĂneas. No podĂa quedarme y poner en riesgo a la familia. Me fui a curar con tratamientos naturistas, recuperĂ© gran parte de la movilidad. AĂşn camino chueco. Cuando hace frio me duelen las lesiones. El atentado quedĂł impune. Me atropellan un domingo y el lunes entrĂ© a la plaza de armas en silla de ruedas. No me esperaban, con un micrĂłfono, le dije a Silva que si ya empezĂł, acabara de matarme. Le gritĂ© que lo hizo su propia policĂa. BajĂł a verme y externĂł que debĂa parar la violencia. Si las fuerzas pĂşblicas no están capacitadas, Âża dĂłnde vamos a llegar?… continĂşa (tomado de la revista impresa, Febrero 2017)
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