Crímenes atroces en la historia

12 marzo, 20243:24 amAutor: Edmundo DantésCapital Cultura

¿Qué es lo que hace que las historias de crímenes antiguos nos sean llamativas, nos atraigan? ¿Qué es lo que nos resulta interesante, lo que atrapa nuestra atención respecto a los sucesos sangrientos del pasado?

Hay muchos estudios sobre la conducta humana. Muchos iniciaron en la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX y en gran medida, se debió a sucesos que hasta antes, en la historia de la humanidad, no habían tenido lugar.

Hoy nos es más fácil asimilar algunos de los aspectos más oscuros de nuestra realidad humana a la luz de los años, al paso del tiempo, al conocer los sucesos pasados a través del lente de las décadas que han transcurrido. Leer sobre atroces crímenes siempre es más fácil, llamativo e incluso atractivo, cuando se tratan de acontecimientos que han quedado sepultados en el tiempo.

En el año de 1888, la humanidad entera se vio sorprendida cuando en el corazón de la ciudad de Londres, en el auge de la era Victoriana, del reino de Inglaterra, caracterizado por el conservadurismo, el recatamiento y las “buenas costumbres”, comenzaron a darse una serie de asesinatos sanguinarios, escalofriantes y nunca antes vistos, contra mujeres pobres en el barrio de migrantes llamado Whitechapel.

La similitud en la manera de dar muerte a las mujeres que poco a poco aparecieron asesinadas al arribar el amanecer, pronto prendió los focos de alerta de la policía londinense de la época, así como de la prensa escrita de la ciudad. Muy rápido, en las oficinas de la policía recibieron una carta del asesino donde firmó como habría de ser conocido hasta nuestros días, tras filtrarse el documento a la prensa: Jack The Ripper, es decir Jack El Destripador.

En México, pese a las limitantes tecnológicas de la época, comparadas con lo que tenemos ahora, la noticia llegó rápido y los periódicos de la Ciudad de México comenzaron a publicar las temas sobre los asesinatos que cometía Jack el Destripador y que llegaban por telégrafo, provenientes de los Estados Unidos mediante una agencia de cables internacionales.

La prensa mexicana lo bautizó en un primer momento como Juan el Destripador y poco después como el Chalequero Inglés, apodo que llama la atención y que invita a quienes se interesan por la historia del crimen en general y de México en particular.

El mote de Chalequero Inglés se le dio al asesino anónimo que aterrorizaba al barrio de Whitechapel, en la capital inglesa, debido a la similitud existente entre algunos aspectos de sus crímenes con los que cometía, casi al mismo tiempo (en una coincidencia increíble), un personaje mexicano que aterrorizaba la zona del “Río Consulado” en la Ciudad de México, al matar, al igual que su par inglés, a mujeres pobres, a quien la prensa denominó como El Chalequero, El Barba Azul, e incluso como El Destripador Mexicano, en alusión inversa a su símil europeo, cuyo nombre en vida era de Francisco Guerrero Pérez.

Mientras que Jack El Destripador seleccionaba sus víctimas entre las mujeres que, por extrema necesidad económica se prostituían en las calles de Whitechapel, el Chalequero hizo lo mismo en la Ciudad de México.

El arma seleccionada para cometer sus actos, en ambos casos, fue la navaja afilada que con destreza la usaban para degollar e infringir cortes limpios en el cuerpo de las víctimas, a las que dejaban a la deriva en el lugar donde cometieron el crimen. Todo parecía indicar que las mujeres no acudían al lugar donde fallecieron, en ambos casos de los asesinos, obligadas o violentadas, sino de manera consensuada, sin saber el triste y violento final que les esperaba.

Ambos casos de asesinatos múltiples (a la postre definidos como seriales) fueron sumamente mediáticos y acapararon las primeras planas de los periódicos más connotados de la época. En México, casi no hubo un diario que no publicara y replicara una nota sobre El Chalequero en 1888, 1889 y 1890.

A Guerrero Pérez se le atribuyeron, por lo menos, 20 asesinatos femeninos entre 1880 a 1888, al Destripador Inglés, cuya identidad hasta el día de hoy permanece desconocida, se le atribuyen por lo menos 11 damas asesinadas entre 1888 y 1891.

Ambos considerados como unos de los primeros asesinos seriales en la historia documentada, tanto de nuestro país como del mundo son, sin duda, una de las historias más atractivas, hasta la fecha, del mundo del crimen y los asesinatos sanguinarios, mismas que contaremos con todo detalle en los próximos números de la revista. Muchas gracias por leer la sección.

Comments

comments

Comments

comments