Brujas, las hijas de Mometzcopinqui

14 octubre, 202411:22 pmAutor: Nubia Marlen ValadezCapital Municipios Noticias

¿Qué historias desde nuestra cosmovisión como mexicanos sabemos o hemos escuchado acerca de las brujas?

Que se convierten en animales o en bolas de fuego, que chupan la sangre de los bebés recién nacidos y no bautizados para poder volar, que emiten chiflidos o risas macabras, que pueden transfigurarse.

Si bien creemos que tales mujeres están asociadas con el mundo europeo y la época de la inquisición, los personajes predominaron en la cultura prehispánica de México y siguen vigentes en nuestros días.

Las brujas del México prehispánico eran elegidas por los dioses, las mujeres nacidas en el día “Ce-Ehécatl” o “uno viento” del calendario mexica. Estaban destinadas a ser hechiceras y eran conocidas como Mometzcopinqui. Eran mal afortunadas al surgir en el signo cuando reinaba Quetzalcoatl, dios de los vientos y los torbellinos. En algunas ocasiones eran abandonadas por sus familias, debido al temor que infundían desde sus nacimientos. No tenían casa, ni qué comer, vivían solo de lo que les daban los que les mandaban hacer algún maleficio.

Las Mometzcopinqui podían ser sanadoras, curanderas, efectuar hechizos protectores, pero también maldecir, causar daños y atrocidades. Cuentan los códices que las brujas, “las malvadas”, aprovechaban las noches más oscuras para aterrorizar. Tenían la capacidad de volar, se arrancaban las piernas humanas para luego enterrarlas en su “Tlecuilli”, hogar de las brujas, debajo de un fogón, en honor a Huehuetéotl, el dios del fuego, que también estaba relacionado al inframundo.

Se ponían patas de guajolote, rompían las quijadas y en su lugar se colocaban el pico de la ave, en una especie de adoración al dios mexica Tezcatlipoca, el supremo, el que estaba en todas partes. Era también el amo de la oscuridad. Al volar se percibían como bolas de fuego. Llegaban de un poblado a otro, cansadas de su viaje y convertidas en animales espantosos, se postraban en las copas de los árboles o en los tejados de las casas, listas para el ataque.

Chupaban la sangre de bebés recién nacidos, al entrar por cualquier resquicio de las chozas, trasformadas en humo. Ya saciadas, almacenaban un poco de líquido en los picos. La llevaban también al “Tlecuilli” para consumirla después en forma de brebaje. Después de su pacto con seres del averno. Era lo único que podían consumir para alimentarse. Al llegar la etapa final de sus vidas, cuando ya habían acabado de hacer maleficios, se les arrancaba el cabello desde la raíz. Perdían todo su poder. Era el fin de sus malévolas existencias. Entonces las arrojaban al fuego.

La mitología y las leyendas mexicanas son tan espectaculares como terroríficas. Las historias son transmitidas de manera ferviente, que hacen dudar y llenar de temores a cualquiera. Se dice que los horrendos seres siguen vigentes. Llevan por nombre las hijas de Mometzcopinqui. Se recomienda ser cauteloso, sobre todo en la época de noches sin luna. Para protegerse, recomiendan colocar tijeras abiertas debajo de la cama, cruces en las puertas o pequeños espejos, los cuales ahuyentarán a las Mometzcopinqui al ver su horrible reflejo. ¿Creen o no?

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