

El lado siniestro de Lecumberri
12 marzo, 20259:31 pmAutor: Nubia Marlen ValadezCultura
Durante el porfiriato y para demostrar que México estaba a la vanguardia, entre 1885 y 1900, sobre los terrenos de una antigua hacienda, propiedad del español que tenía de apellido Lecumberri, al oriente de la Ciudad de México, se construyó con un diseño moderno y panóptico. Es decir, era posible observar y vigilar todo el edificio desde un punto central, la penitenciaría conocida hoy como “El Palacio Negro de Lecumberri”. Se inauguró en 1900 como la más grande de Latinoamérica, creada para dignificar el trato carcelario. Pero contrario a lo planeado, se convirtió en un verdadero infierno.
Los problemas en el lugar comenzaron incluso antes de edificarse. Los terrenos se inundaron en varias ocasiones con las aguas del canal nacional. Hubo otras complicaciones como hundimientos y deslizamientos de tierra. El lugar se ubica en lo que antes fue el lago de Texcoco. Se dice que adoptó el nombre de “Palacio Negro”, debido a inundaciones por aguas contaminadas de un canal colindante que dejó un color oscuro en el edificio. Además de las terribles historias que se cuentan del lugar.
En las mazmorras construidas para mil 380 personas y de carácter mixto, convivían inocentes, bandidos, enfermos mentales, niños huérfanos y presos políticos. Para 1930, Lecumberri se volvió insostenible, en celdas diseñadas para dos personas, eran hacinados hasta 18 reclusos, que no tenían lo elemental, como alimentos sanos, baños o incluso un techo bajo sus cabezas. Había jaulas al aire libre, donde los prisioneros sufrían las inclemencias del clima a diario, hasta el extremo de la locura. Tales condiciones inhumanas generaron motines, asesinatos y suicidios. Las paredes del “Palacio Negro”, denotan enfermedad, tortura, corruptelas y desapariciones forzadas.
Algunos personajes famosos recluidos, no gratos para el gobierno en turno, fueron Pancho Villa, David Alfaro Siqueiros, José Revueltas, Ramón Mercader, Heberto Castillo y jóvenes manifestantes de Tlatelolco. entre otros.
En 1976 fue clausurada la penitenciaria. Se edificó una cúpula dónde antes existía la torre de vigilancia. Luego, en 1981, bajo el decreto del entonces presidente, José López Portillo, se convirtió en sede del Archivo General de la Nación, donde ahora, los empleados del viejo y tétrico edificio, dan testimonio de sucesos extraordinarios, atribuibles a las tragedias, atrocidades, dolor, desesperanza y tristezas vividas. Cuentan que escuchan sonidos terroríficos, gritos desgarradores, golpes contra las paredes, ven sombras atormentadas, luces que se prenden y apagan, perciben el olor a muerte, debido al gran número de personas fallecidas en el “Palacio Negro”. Las almas de más de 2 mil 700 gentes, penan sobre los muros horrendos.
“Para mí, las rejas del apando son las rejas de mi vida, del mundo, de la existencia” José Revueltas, 1969