Habemus Papa y habemus presidente, una frase muy conocida en el mundo católico cuando tienen que elegir o designar al nuevo líder llamado pontífice. Se reúnen en el cónclave los 115 cardenales. Se olvidan del mundo exterior para darse a la tarea de seleccionar al nuevo guía espiritual. Se anuncia con una plática ancestral, el humo blanco que sale de la fumata. Retomo la frase para decir que los mexicanos pregonan habemus presidente.

Sin lugar a dudas el que se perfila como ganador es el candidato de la alianza Juntos haremos historia, Andrés Manuel López Obrador, de los partidos Morena, PES y PT. A muchos o pocos no les será de su agrado, por lo que se le ha querido adjudicar que es un peligro para México, que va a convertir al país en otra Venezuela. Lo que no podemos desconocer es que en su proceso de búsqueda para ser presidente, estuvo cambiando de estrategia. Hoy pudiera cumplirse la frase, la tercera es la vencida.

López Obrador ha sido un político polémico, frontal, hasta cierto punto, carismático. Las veces que ha contendido y no ganó, apela a que le cometieron fraude. Ha sido un duro crítico del sistema, de la llamada oligarquía, la mafia del poder. Se ha confrontado con los empresarios, mandó al diablo a las instituciones cuando a sus intereses no eran convenientes.

Tomó acciones radicales, como los plantones en México, en la avenida Reforma, hasta llegar a formar su propio negocio, perdón, partido. Parece que ahora sí le toca la grande. Es quizás el único de los pocos políticos que lleva en campaña 18 años por alcanzar la silla presidencial.

Varias veces recorrió el país entero. Conoce cada rincón de México, quien sabe si sus necesidades. No es brillante en los debates, menos sabe dar respuestas concretas y serias en la última contienda electoral. Ha entrado en temas controversiales como la amnistía a delincuentes, vender el avión presidencial de 7 mil 500 millones, dar cabida a personajes de dudosa reputación.

Lo censuran por sus ligas con René Bejarano, Carlos Imaz, Gustavo Ponce, Ricardo Monreal. El escándalo más reciente se dio con su recolectara de fondos, Eva Cadena. En medio de todo el cochambre, se vislumbra como el próximo presidente.

Algo es cierto. La mayoría de los mexicanos están hartos de los partidos que han ostentado el poder, no han cumplido. Miran al político tabasqueño de 64 años, de cabello completamente cano y de hablar parsimonioso, como un rayo de esperanza. Mucha gente razona, vamos a probar con otro, a pesar de que no tenga propuestas concretas a corto o mediano plazo. Ya no quieren corrupción, impunidad, inseguridad, pobreza extrema, exigen justicia social, empleos remunerados, instituciones fuertes, una política exterior de beneficio para México.

Al final todos prometen y en tiempo de elecciones, quieren bajar hasta las estrellas, pero nunca dicen cómo. El candidato de Morena no es la excepción. No obstante, se perfila para ser el nuevo presidente. ¿Será lo que espera México? ¿Tendrá un verdadero compromiso con la nación? Ojalá que la gente no se equivoque y se cumpla el dicho de que tenemos los gobernantes que merecemos, al decir habemus presidente, tenemos presidente. ¡Viva México!

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