Secuestro

19 diciembre, 20196:38 pmAutor: Julio Alfredo Ceballos AlonsoColaboradores Destacada

Se designa con la palabra secuestro al acto a través del cual un individuo o grupo privan de manera ilegal a otro u otros de su libertad, generalmente, durante un tiempo determinado y hasta lograr la obtención del llamado rescate, que puede ser la concreción de una suma de dinero abultado o algún tipo de beneficio político, mediático, entre otros. A los criminales o delincuentes que llevan a cabo el delito, se les llama secuestradores. El modus operandi que tradicionalmente se sigue en un secuestro implica, primero, el seguimiento de la víctima durante varios días previos a la concreción del golpe, qué hace, a dónde va, con quien se reúne, entre otras cuestiones. Es para tener una acabada idea de cuál sería el momento más adecuado para secuestrarlo. Se actúa casi siempre que la víctima transita sola, ya sea en automóvil o caminando. Luego, una vez concretado el secuestro y la víctima se halla privada de su libertad en algún reducto alquilado o perteneciente a algunos de los maleantes, llega el momento de comunicarse con la familia, para notificarle de la circunstancia de la víctima y exigir el tipo de rescate que piden para liberarlo.

Casi siempre, al tratarse de un delito complejo, los secuestros suponen la participación de varios delincuentes para llevarlos a cabo y mantenerlos hasta el cobro del rescate. Unos se ocuparán de vigilar al detenido, otros de proveerle lo necesario para mantenerlo vivo y otros de las comunicaciones telefónicas con los allegados. Una vez concretado el cobro del rescate, los secuestradores liberarán en un lugar alejado y por el cual circule muy poca gente a la presa. La mayoría de las legislaciones del mundo son muy estrictas a la hora de castigar el delito con penas de prisión perpetua e incluso la pena de muerte han sido dictadas contra quienes perpetraron el crimen. Una de las razones es que dejan secuelas psicológicas muy arraigadas en el consciente e inconsciente de los secuestrados y muchísimo más si se trató de un secuestro violento en el cual se torturó en lo físico y psíquico a los afectados.

Si bien el secuestro es un delito a través del cual los delincuentes buscan sacar un buen rédito económico, también lo utilizan agrupaciones guerrilleras o terroristas para lograr algún tipo de beneficio o como valor de cambio. El mecanismo de operación de los secuestradores, en todos los casos es el siguiente: interceptar al prospecto. Por medios violentos, introducirlo a la fuerza en un vehículo. Trasplantar al prisionero a varias unidades diferentes para despistar a las autoridades. Golpear y amedrentar al secuestrado durante el trayecto. Amordazarlo, atarle las manos, pies y vendarles los ojos con objeto de lograr la confusión. Llevarlo a un lugar deshabitado que tenga las ventanas cubiertas para esquivar el paso de los rayos solares, evitando que pueda establecer si es de día o de noche, con objeto de propiciar mayor confusión. Obligarlo a escribir cartas a sus familiares donde pidan, entreguen el dinero exigido. Iniciar negociaciones con la familia y las autoridades para obtener la cantidad de dinero que demandan, lograr la libertad de compañeros y la inmunidad en la huida. Como resultado de las negociaciones o cuando se desarrollen, puede suceder que pongan en libertad al secuestrado después de haber sido satisfechas sus exigencias. Asesinen al secuestrado en forma notoria, violenta y salvaje, abandonando su cadáver en algún lugar que permita que el público se dé cuenta, con el objeto de que sirva para sus fines publicitarios.

Un secuestro o plagio es un movimiento delictivo que consiste en privar ilegalmente de la libertad a una o más personas. Un delito que requiere de mucha información respecto a la víctima, cuáles son sus horarios, rutinas, costumbres y sobre todo, la posición económica de la persona. Los plagiarios observan cuidadosamente los movimientos del objetivo, tiempo que les puede llevar un par de semanas y en el caso de contar con la ayuda de un informante, persona cercana a la víctima, la consumación del ilícito puede ser en días. Hay varios tipos de plagio y el más común es cuando las víctimas son interceptadas en su auto. Cuando se encuentra en una zona donde no hay personas, imprimen velocidad, cortan circulación al vehículo de la víctima a la cual bajan mediante amenazas, principalmente con arma de fuego. Es indispensable que la población se mantenga atenta, pues aunque se han identificado algunas estrategias que los plagiarios implementan, en últimas fechas la forma de operar ha cambiado.

Ahora los secuestradores han cambiado de tácticas, ya no utilizan las camionetas lujosas, optaron por autos compactos y hasta con logotipos de empresas. Pero también ha cambiado el objetivo, es decir las víctimas. ¿Y a nivel mundial? México lideró la lista de países con más secuestros en 2013, según el Mapa de Riesgo de la consultora de seguridad Control Risk. Le siguen India, Nigeria, Pakistán y Venezuela. Hay 10 medidas de prevención, tips para prevenir que una persona sea plagiada, muchas implican un cambio de hábitos, pero vale la pena el esfuerzo. 1.- Cuidar la información que se proporciona en redes sociales, así como no compartir información personal y económica con desconocidos o en redes sociales (Twitter, Facebook) de viajes, ubicación o adquisiciones materiales ostentosas. 2.- Cuidar el entorno social, cuando lleguemos a nuestros trabajos o domicilios. Vigilar que no haya personas que no corresponden al vecindario. 3.- Mantenerse siempre atento y examinar a detalle lo que nos rodea. Si se percata que alguien lo sigue, cambiar la ruta para llegar a su destino. Si se conduce un vehículo, fijarse con frecuencia por el espejo retrovisor, para asegurarse que ningún vehículo lo escolta. 4.- De ser posible, cambiar las rutas y horarios, cuidar correspondencia y no tirar estados de cuenta a la basura.5.- No acudir a invitaciones sospechosas en sitios poco concurridos, con personas extrañas o que se acaba de conocer. 6.- Evitar frecuentar lugares de alto riesgo como calles oscuras y solitarias, terrenos baldíos, construcciones.

7.-Antes de abordar un taxi, observar que porte placas de transporte público, que el chofer vaya solo y tenga su identificación a la vista. Se recomienda que al subir, realice una llamada a un familiar o amigo indicándole que se acaba de subir al taxi (tipo de vehículo) con número de placas y el tiempo aproximado de llegada al lugar. Incluso, puede fingirse la llamada, el objetivo es que el taxista se percate que alguien lo espera y tiene sus datos de identificación. 8.- Portar siempre un celular, de ser posible, con crédito. 9.- Acostumbrar a informar a algún familiar o amigo los lugares donde estará y en caso de que sea necesario apagar el teléfono, informar por cuánto tiempo se mantendrá fuera de servicio. 10.- Cuando haya empleadas de servicio, tener toda la información de la misma, checar que sea real, y si es posible, contar con huellas digitales y fotografías. ¿Qué hacer si alguien está secuestrado? 1.- Llamar a su celular para verificar que no responde y si el programa del celular lo permite, tratar de ubicar el teléfono. 2.-Según los hábitos de la persona, si es rutinaria y no aparece, de inmediato hay que reportar su desaparición, ya que las primeras 24 horas son las más importantes. 3.- Comunicarse con amigos, familiares o con las últimas personas con quien tuvo contacto para obtener información sobre su paradero. 4.- Realizar una búsqueda en hospitales, delegaciones o Semefo. 5.- En caso de no localizarlo, acudir con la autoridad local (Ministerio Público) a levantar la denuncia por la desaparición.

¿Qué hacer si nos informan que nuestro familiar está secuestrado? 1.- Denunciar vía telefónica a la policía 2.- Acudir a organizaciones que manejen el tema. 3.- Levantar la denuncia de forma presencial ante la subprocuraduría próxima. 4.- Formar un comité de crisis, con las personas más cercanas al secuestrado, para tomar las llamadas y seguir el proceso de la negociación. 5.- Grabar todas las llamadas que entran, tanto al teléfono móvil como al fijo. 6.- Llevar una bitácora de fechas, detalles, así como cualquier información relacionada que pueda aportarse a la investigación. Modus operandi de la delincuencia, el más utilizado.
1.- Los secuestradores interceptan a la víctima cuando viaja en su automóvil, los plagiarios cuentan con más de dos unidades. Una sigue al objetivo y otras cuidan los alrededores, manteniendo una comunicación constante. Cuando llega el momento cortan circulación a la víctima y la sacan del auto por la fuerza. Modificado 2.- La víctima es privada ilegalmente de su libertad al momento en que sale de su domicilio para entrar a su vehículo o viceversa. Es el lapso en el que la persona sale de la puerta de su casa a la orilla de la calle, aproximadamente es un lapso de 10 segundos el que les toma llevarse a la persona. 3.- La célula. Es la que actúa cuando sacan a la víctima de su domicilio por un tiempo. Se conforma por el grupo que secuestra y otro entabla la negociación con los familiares, quienes ante lo rápido, no avisan a las autoridades. La negociación culmina en dos horas y la víctima es abandonada en un lugar lejano. 4.-El menos usado es el traspaso del secuestrado, es decir, un grupo de personas plagia y al no contar con la experiencia en la parte de la negociación, ‘traspasa’ al secuestrado a otra banda delictiva que culmina la operación, lo que les hace obtener la ganancia acordada entre sí.

Secuestro exprés.- Se puede definir como la retención de una o más personas por un período corto de tiempo (horas o días), durante el cual, los delincuentes exigen dinero a los familiares de las víctimas para su liberación. Usualmente piden de 5 mil a 50 mil dólares. Sin embargo, las estadísticas demuestran que la mayoría de las liberaciones se logra pagando rescates menores. Otra modalidad de extorsión que con frecuencia se confunde es donde los delincuentes retienen a la víctima y la someten a sacar su dinero de los cajeros electrónicos. También le roban el vehículo, sus pertenencias de valor como joyas y el teléfono celular. Luego la dejan abandonada en algún sitio. Además se han presentado casos en que obligan a la víctima a cobrar cheques, ir a tiendas a comprar joyas o artículos de valor. Vale la pena aclarar que para que exista el uso apropiado de la palabra secuestro extorsivo, es necesario que los delincuentes exijan una suma de dinero por su liberación y haya negociación en el proceso. La segunda modalidad mencionada no podría llamarse secuestro, ya que es literalmente un rapto con robo. Es un fenómeno que se presentan en respuesta al uso masivo de las tarjetas de crédito, ya que a los criminales se les dificulta robar dinero en efectivo y con el secuestro exprés encontraron una manera de lograr dinero sucio.

Estrés postraumático producto del secuestro.- Uno de los actos más severos de violencia a los que se puede someter a una persona es el secuestro. Además de privarla de la libertad y malos tratos a los que pueda ser sometida (estar amarrada, amordazada y con los ojos vendados), la persona siente una constante amenaza contra su vida, por lo que puede desarrollar el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). Al respecto, el estudio «Prevalencia de sucesos violentos y de trastorno por estrés postraumático en la población mexicana», realizado por el Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz” y las universidades Autónoma Metropolitana (UAM) y la de Puebla (UAP), explica que el trastorno se puede desarrollar también por otros sucesos altamente letales, como la violencia sexual, ataques físicos y asaltos. Entre los síntomas de la enfermedad se encuentran: miedo intenso, crisis de terror, sentimiento de impotencia, pesadillas que reproducen el hecho, evasión de hechos o personas que puedan revivir el momento de violencia, reducción en la capacidad de vincularse con otras personas, hiper excitación fisiológica (problemas para dormir, irritabilidad e hipervigilancia). Si bien es normal que una persona después de estar sujeta a presiones, como la de un secuestro, manifieste cualquiera de los síntomas expuestos de manera temporal, el hecho es que es posible considerar el diagnóstico de TEPT si los mismos se mantienen al menos durante un mes y provocan malestares clínicos significativos o empeoran el funcionamiento físico cotidiano.

El estudio indica que en muchos casos, el TEPT puede derivar en otras alteraciones mentales o emocionales, como depresión, abuso de alcohol, drogasy ataques de pánico. El documento establece que la posibilidad de que una persona desarrolle el TEPT tras enfrentar un hecho de violencia, depende de aspectos vividos previos al mismo, durante la misma y posteriores. Se ha estimado que sólo una de cuatro personas manifiesta un TPET después de un suceso traumático. El estudio indica que el 0.6% de las víctimas de hechos de violencia que registraron TEPT, tienen problemas para continuar su vida diaria. En una escala de 0 a 10, las personas con estrés postraumático comunicaron un índice de dificultad moderada, con un promedio de 5.79 de dificultad para llevar a cabo las actividades del hogar, 5.88 actividades de la vida social, 5.93 para las relacionadas con el trabajo y en el nivel más alto, 6.07, la dificultad para relacionarse con personas cercanas.

Los efectos del secuestro en la sociedad. Marcela Ossa, investigadora de la Fundación País Libre, dirigió una importante investigación titulada La Familia y el secuestro: efectos psicológicos y familiares, proceso de readaptación y superación del acto traumático. A continuación transcribo algunas de sus interesantes conclusiones. Aunque las familias no han sido plagiadas y en apariencia no se encuentran privadas de su libertad, la realidad es que también están secuestradas. Como se afirma en la cartilla informativa Sometimiento y Libertad, Manejo sicológico y Familiar del Secuestro, «las familias viven un cautiverio virtual». No hay barrotes, no han sido aisladas del mundo, no tienen una pistola enfrente, pero se encuentran encerradas sicológicamente por un secuestrador que aparece y desaparece de manera repentina y azarosa como un ser invisible siempre atento. «Ojos vigilantes y perseguidores que no se sabe dónde están ni dónde nos pueden sorprender». Aunque generalmente tendemos a centrar nuestra atención sobre el secuestrado y considerar que los demás deben recibir ayuda para superar la experiencia traumática, la investigación nos indica que cuando ocurre un secuestro, afecta en lo psicológico a familiares y secuestrados por igual. Todo el análisis del impacto debería tener siempre en cuenta a las otras víctimas, nunca contempladas en las cifras estadísticas.

Los reportes de las familias que participaron en el estudio muestran que más allá de la posibilidad de generar un desequilibrio emocional o una sicopatología, el secuestro altera el funcionamiento síquico y la relación con el entorno social. Confronta a las víctimas con la violencia sociopolítica presente en nuestro país y hace evidente una realidad que antes sólo se percibía a través de los medios de comunicación (Navia y Ossa, 2000). El medio se vuelve inseguro, aumenta la desconfianza en los demás y la familia tiende a encerrarse en sí misma manteniendo con el entorno una relación temerosa y llena de zozobra. Las personas sienten que no tienen control sobre lo que les pueda suceder. La confianza se vuelve selectiva reduciendo al máximo el círculo de personas consideradas fiables. Hay una gran sensación de desesperanza y pérdida de interés por un país que se ha convertido en fuente constante de temor. Las consecuencias, nunca vistas ni analizadas antes, nos indican que el secuestro va desestructurando sutilmente la red de relaciones sociales, haciendo que centremos nuestra vida en lo privado, viendo lo público y al país como algo de lo cual hay que protegerse y defenderse.

En el proceso de defensa, las víctimas se sienten absolutamente solas, desamparadas por un Estado incapaz de protegerlas y ofrecer soluciones para combatir la violencia que nos acosa diario y se nos hace cada vez más presente. Aun cuando no hayamos sido víctimas directas del secuestro, la presencia constante del delito, la impunidad y la ausencia de alternativas de control y solución, nos confrontan a convivir con el terror, convirtiéndonos en una sociedad atemorizada, en la que cualquier conciudadano se convierte en fuente potencial de peligro. Vivimos al acecho, buscando saber quién es amigo y quién enemigo, preguntándonos si éste o aquella serán informantes que vigilan todas y cada una de nuestras acciones. El miedo generalizado, la desesperanza, la sensación de impotencia frente a lo que acontece y la tendencia a aceptar pasivos lo que sucede a nuestro alrededor, son efectos sicológicos de la vivencia constante del secuestro que sugieren la presencia de un trauma sicosocial (Navia y Ossa, 2000), sicológico, en tanto que mina el funcionamiento síquico constructivo. Genera una situación de conflicto y guerra. Ya perdimos la confianza y la esperanza. En el proceso, nos percibimos siempre como ajenos a la solución. Aunque sufrimos el problema, sentimos que son las fuerzas en conflicto las que deben poner fin al tema.

 

 

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