La “Ley del Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiarâ€

10 marzo, 20177:48 pmAutor: Luis Fernando Leal BeltránOpinion

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En opinión de: Luis Fernando Beltrán

Cuando hablamos de acuerdos, pactos o convenios, en general, les antecede un conflicto, pues resulta que en la desesperación del presidente de todos los mexicanos, al tratar de realizar alguna maniobra para detener el enojo social con el repudiado gasolinazo, se ha concentrado en llamar a los diversos sectores a firmar el denominado “Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiarâ€, suena atractivo pero demasiado genérico. Se dice que busca detener la escalada en el alza de los precios de casi todo. La verdad, es muy soñadora la pretensión. Está complicado que haya alguien dispuesto a mantener los precios y costos a pesar de su detrimento financiero.

Quizás en el terreno inmediato, se logre que no suban los costos de sus inventarios existentes. Pero vender barato y comprar caro como “Juan Garabato†como que no suena. Los que oferten su inventario a precios actuales, sin incrementos proporcionales, que es lo deseable, comprará y resurtirá al nuevo precio. Es ilógico y soñador imaginar que no se dará un aumento. Más allá de la materia prima, el precio final del producto se determina después de la transportación. Por ejemplo a los productos del campo, los encarece el costo del traslado. Tal vez el precio de la semilla, agua para el riego y hasta el jornal pudiera mantenerse, pero los aceites y combustibles para el tractor, la luz del pozo, la maquinaria, moverlo al lugar de consumo, depende del costo de los energéticos.

Pero que alguien más habilidoso o imaginativo me explique cómo mantener un precio igual ante un aumento del costo del proceso y su distribución. Insisto, se trata de un pacto demasiado genérico o digamos poco objetivo y exacto. Me atrevo a pensar que es un asunto mediático. Para el ejercicio fiscal del año que empieza, todos los gobiernos estatales sin excepción, aumentaron el costo de sus trámites y servicios, unos más que otros menos, pero todos los movieron. Algunos muy habilidosos siguiendo el clarísimo ejemplo del “buen finâ€. Ahora, en el mejor de los casos, podrán ofrecer algunos descuentos.

Llama la atención de cómo el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, se atrevió a hablar de reducir sueldos y realizar descuentos. Se trata de una entidad, de las tres más apapachadas, con un súper mega presupuesto, por lo que no se verán muy afectados. El llamdo Bronco prometió a los regiomontanos quitar la tenencia vehicular, lo que no ocurrió. No hay duda que en el país, en la clase política dominante de cualquier partido, el más chimuelo es tragón. Entonces queda claro que en el citado nuevo pacto mexicano, no es creíble la pregonada austeridad, a la que se debe comprometer el estado mexicano. Hasta donde se nota, el gran pretexto para el alza lo cantó dos veces el presidente Enrique Peña Nieto, al hablar del recorte a los programas sociales, que se supone, benefician a los que menos tienen. Ante la realidad actual y la desfachatez de la clase política, me atrevo a razonar que no es tanto el amor por preservar tal o cual vertiente.

Al contrario, buscan preservar el manejo clientelar, electoral, lo que más preocupa a todo político que trata de proteger y asegurar la permanencia o el brinco a diversos cargos. Al andar en la calle, me percato de cómo Peña, cada día habla menos claro o le entendemos menos. O de plano ya cayó de la idolatría que le profesaban hace 4 años. Ahora lo aborrecen. Se estima que tiene una aceptación, según encuestadores expertos, del 15%. Es factible le hayan regalado algunos puntos. Si se tratara de que nos tuviéramos que sacrificar un 70% para apoyar los programas sociales dirigidos a un 20 o quizás 30% de la población, es casi seguro que el pueblo mexicano, solidario, recibiría con gusto un aumento. No importa que nos cobraran a 30 pesos el litro de gasolina y los demás impuestos, que para nada son congruentes con lo que hoy marca el artículo 33 de la Constitución General de la República, pues no son nada justos, menos equitativos.

No obstante, prevalecería la solidaridad más sin embargo el gran problema es que estamos empobrecidos el 80% de los mexicanos y el 15% de la población casi a un paso de la mendicidad, y ante un estado empobrecido y un escaso 5% de la población que es quienes nos gobiernan que viven en la opulencia como meros virreyes o feudales, que además de ese porcentaje que vive del recurso público un 70% son verdaderos saqueadores del dinero más fácil de robar a ojos vistos sin reclamos válidos, y sin tribunales que se presten a juzgar y castigar el desmedido saqueo del que somos objeto los mexicanos, nada se dijo en el citado pacto por sus firmantes en concreto si habrían de tomar alguna acción en contra de los saqueadores de recursos públicos y cual sería esta acción, hoy tenemos casi olvidados a los saqueadores más vistos últimamente o más cuestionados y que tales son los exgobernadores de Veracruz, Chihuahua, Nuevo León, Sonora, Quintana Roo, Tamaulipas, San Luis Potosí.

Y muchos más. El citado pacto o convenio no ocupó ni la intención en sus cuartillas, el dolor y el hartazgo expresado por la sociedad a todos niveles, que se me antoja, ya somos uno solo, porque todos estamos jodidos. Ya no aceptamos la indolencia, la desfachatez y la faltan de acciones para detener el saqueo del recurso público. Falta castigar con castigo ejemplar a los que nos siguen robando y empobreciendo al país. La gota de gasolina que incendió a la ciudadanía es la impotencia ante la impunidad. Es la impotencia ante el contubernio y la autoprotección de la clase política. El mexicano se enerva al ver cada día cómo se hace más real su pobreza y sus carencias. Y cada vez se hace más irreal una verdadera lucha, combate y castigo al robo del erario a todos niveles. No está lejos el momento cuando los saqueadores enfoquen sus miras donde en verdad se encuentra el dinero, la opulencia y los bienes. Es decir, las mansiones, los ranchos y las grandes empresas de los políticos mexicanos. Entonces sí se hablará de inestabilidad y una revuelta social porque a los saqueadores no les va a gustar que el pueblo les reclame lo que le han robado. No me queda más que decir una vez más que la justicia de los hombres en algún momento de la vida llega. La justicia divina llega un poco tarde pero nunca falta y nadie se salva. Saludos, bendiciones para todos y por lo pronto, no nos queda más remedio que el “agua y ajoâ€. La vida es un restaurante y nadie sale sin pagar.

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