Juan Carlos Osorio decidió no revolucionar la convocatoria del Tri, en una situación que podría pesar de cara al siguiente proceso mundialista.

México se prepara para el Mundial de Rusia 2018 con un entorno adverso. Si bien es cierto, la eliminatoria no ha sido la inverosímil complicación a la que nos hemos venido acostumbrando en los últimos años, el sabor amargo que deja el combinado de Juan Carlos Osorio a la hora de competir en los partidos de ‘matar o morir’  ha hecho que los aficionados se pongan en su contra, pues pese a que el resultado sea el mismo de siempre, las formas terminan importando más en la derrota que en la obligada victoria Tricolor (quizá por eso dejemos de lado que un gol in-extremis de Estados Unidos llevó a México a Brasil pero jamás permitiremos que el recuerdo del clavado de Robben se escabulla).

Bajo este contexto, la convocatoria que el colombiano presentó no iba a estar exenta de críticas, sobre todo tomando en cuenta los nombres que maneja en su nómina, los cuales parecen generar un desencanto con una afición ya predispuesta al rechazo.  Giovani, Jonathan Dos Santos, Rafael Márquez, Oribe Peralta, nombres que anteriormente se tildaban de ídolos hoy son vistos como lastres que no dejan que México continúe evolucionando, siendo este el peor error que Osorio ha cometido en su estancia como estratega nacional.

Joachim Löw, técnico de la Selección alemana, mencionaba previo al inicio de la Copa Confederaciones que no pensar en un recambio generacional importante de cara a 2018 tras ser campeones en Brasil los iba a liderar al fracaso. Dichas declaraciones antes de que los teutones se hicieran con el trofeo de la mano de un ‘equipo B’ lo confirmaba: de aquel combinado campeón del mundo solo llegarán nueve a Rusia, y de la supuesta convocatoria alternativa, vendida así por aquellas ‘voces oficiales’ del Tri que buscaban echar más leña al fuego, hoy están presentes once (que no estuvieron en 2014), encontrando un balance perfecto entre ambas generaciones. El Tri por su parte, repite 15 de los 23 convocados que vimos en suelo sudamericano.

Pensar que México no tiene la capacidad de buscar ese tipo de sinergia es eludir el hecho de que elementos como Rodolfo Pizarro, Orbelín Pineda, Erick Gutiérrez, Henry Martín, Jonathan González, Néstor Araujo, César Montes o Diego Laínez se quedaron fuera, prefiriendo mantener una base veterana que de acuerdo a la investigación del periodista Nick Harris, le da para ser el segundo combinado más viejo de Rusia (promedio de edad de 29.4 años) así como el que más partidos jugados tiene con selección entre sus representantes (promedio de 62 cotejos por convocado).

Esto no quiere decir que Osorio y el Tri estén destinados al fracaso en Rusia, posiblemente el desenlace de su travesía europea sea el mismo con o sin el recambio generacional (tomando en cuenta el hipotético escenario de un partido en octavos ante Brasil); pero lo que es claro es que México no puede seguir atado a recuerdos de un pasado cada vez más distante. Estados Unidos lo pagó caro y tendrá cuatro largos años de espera para que Pulisic y compañía puedan hacerse presentes con sangre nueva.

Aquí no se tienen cracks al nivel de Argentina para darse el lujo de dejar a Lautaro Martínez fuera, el extremismo ha creado un ambiente de toxicidad que no permite darnos cuenta que jóvenes como Laínez merecen ir a Rusia no solo por su talento nato, sino por la proyección y experiencia invaluable que una joya próxima a cumplir 18 años verían como un invaluable recurso en su evolución futbolística.

La ‘Generación de Oro’ mexicana tendrá su despedida dejando un legado de éxito mínimo en los libros de historia. Será responsabilidad del sucesor de Osorio tener la mano dura necesaria para tomar dicha oportunidad y revitalizar a un México que necesita desesperadamente decir adiós a elementos que son más nombres que hombres para comenzar con un proceso que, de cara a 2022, haga pensar que la verdadera época dorada del Tri apenas iniciará.

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