A unos meses de que culmine el actual sexenio, resulta pertinente hacer un recuento o -si se quiere- un análisis comparativo sobre el desempeño a partir de las condiciones que existían previas a su desempeño, pues solo así es posible determinar si los resultados del ejercicio son favorables o presentan saldos negativos.

El Plan Nacional de Desarrollo hizo un énfasis especial en el combate a las corruptelas, al inicio del mandato ocupábamos de acuerdo con Transparencia Internacional, el lugar 130 entre 180 calificados, donde, en escala del 0 al 100, nos colocaba como uno de los países peor evaluados en el rubro.

Lo triste del asunto es que seguimos igual, la nota no ha variado, coincide inclusive con la otorgada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que nos mantiene en un deshonroso último lugar entre sus miembros, a la par del índice de percepciones en la materia que continúa en altos niveles.

Es un lastre que padecemos por décadas, vinculado a la confianza ciudadana y el estado de derecho, cuya ineficacia se traduce en daño a las instituciones y el desequilibrio social, derivada de lo impune, complicidades y falta de firmeza política.

En contraste, se aceptan los programas sociales, las aprobaciones rondan el 60%, no obstante, su aterrizaje no mitigó los efectos del Covid. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, en uno de sus últimos informes, señala que en 2018, estimaba que 61 millones de mexicanos vivían con un ingreso inferior a la línea de la pobreza. Sin embargo, el escenario planteado por la crisis de la pandemia, el número aumentó a más de 70 millones de pobres. (El País, 9 de febrero de 2021).

La salud no ha sido prioritaria para el actual gobierno, según un estudio del Coneval, en 2018, seis de cada diez personas, tenían acceso a servicios sanitarios, por lo que, era necesario fortalecer el rubro. No obstante, lo primero que se hizo fue desmantelar el sistema, con sus consecuentes efectos.

Se dejó sin acceso a un gran número de personas que necesitaban atenciones médicas, en su afán de transformar el sistema, además de no prever una etapa transitoria para aminorar los efectos negativos, los recursos destinados al sector son de los más bajos de la Ocde.

Lejos de ser un gobierno solidario con el dolor humano, se mostró una faceta insensible, un comportamiento irreverente ante la desgracia del pueblo que necesitaba del auxilio para sobrevivir, lo que se ha tornado como algo imperdonable.

Lo mismo sucede con la inseguridad, una materia que ha golpeado sin misericordia a la gente,  aunque el fenómeno ya era grave antes de que el gobierno se hiciera cargo de lo administrativo, se hizo la promesa de contenerla en un periodo de seis meses.

En conjunto con las corruptelas, el tema era el desafío más grande. Se implementó una estrategia de antemano criticada por los expertos, con los resultados previstos: un fracaso.

Las condiciones en que se encuentra el país no son favorables, se necesita el entendimiento conjunto y el esfuerzo de todos para salir adelante. Es importante la reconciliación.

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